jueves, 31 de marzo de 2011

El último cliente

Un taxista regresa de llevar a un pasajero por una solitaria carretera de montaña, para su sorpresa encuentra un nuevo cliente en el arcén de la carretera. El hombre se acomoda en el asiento de atrás del taxi y da una dirección, aunque el lugar es desconocido para el taxista el pasajero se compromete a guiarlo para llegar a su destino.
Atraviesan pequeños pueblos, pasan por caminos olvidados y poco a poco el taxista comienza a inquietarse. Tras un buen rato de conducción se gira hacia atrás y pregunta al pasajero dónde se encuentran. Al hacerlo se sorprende por última vez al ver que el pasajero ha desaparecido, sin embargo se solventan sus dudas sobre donde está: al borde del precipicio a punto de dejar que sea la gravedad quien marque velocidad y recorrido.

jueves, 24 de marzo de 2011

Leyenda de Chiapas

Esta leyenda a recorrido muchos años espantando y empieza en el pueblo de Tiltepec Chiapas donde una mujer de nombre desconocido iba a casarse con un hombre también de nombre de conocido.

Eran muy felices en su noviazgo pero justo antes de casarse la mujer descubrió a su querido y amado en la cama con su mejor amiga. Entonces cogió un palo y los mató a los dos a puros golpes quien sabe cómo. Cuando llegó el día de la boda, todos se burlaron de ella porque no tenía con quien casarse.

Ella se suicidó, pero una maldición cayó y los que se burlaron de ella murieron y serían atormentados para toda la eternidad.

Desde ese entonces en la iglesia del pueblo se oye desde las 9 de la noche hasta las 3 de la madrugada -¡vivan los novios!- y suenan las campanas aterrorizando a todos...

Si uno escucha el sonido de las campanas y sale a la calle es comvertido en un espectro mas....

Si uno escuche el sonido de las campanas y sale a la calle

es convertido en un espectro mas....

miércoles, 16 de marzo de 2011

El lago prestado

Un joven jefe cortejaba a la hija de otro jefe, cuyo fuerte se hallaba situado en el linde de Loch Ennel en Westmeath.

La damisela era bastante altanera y melindrosa, y le dijo claramente que no aceptaría asumir la condición de dueña de casa mientras no pudiera ver desde su ventana un lago tan hermoso como el que se divisaba frente a la casa de su padre.

Esto era asunto engorroso. El valle era adecuado, pero las laderas de las colinas estaban cubiertas de casitas y el arroyuelo que serpenteaba allá en el fondo tardaría quizá muchísimos años en llenar el valle, una vez terminada la represa, para cuya construcción se necesitaría una docena de años.

El galán sería viejo ya en esa época. Su madre adoptiva, una hechicera (esto ocurría en los tiempos de los Danaans), al verlo tirarse del cabello perplejo en un par de ocasiones, lo indujo a desahogarse y le ordenó que respetara hasta el día siguiente sus sueltos bucles. Luego, la hechicera se dirigió con el medio corriente de transporte de las hechiceras, a la cabaña de una hermana Firbolg en el mágico arte, situada sobre la margen occidental del Shannon. Esta cabaña estaba cómodamente ubicada sobre el filo de una colina, dando sobre un agradable lago, y la mujer Danaan fue hospitalariamente agasajada por la mujer Firbolg.

Después de su sencillo refrigerio, la visitante reveló el motivo de su viaje y le suplicó a su sabia amiga que le prestara su lago hasta el día de la luna siguiente, añadiendo engañosamente entre dientes "después de la semana de eternidad".

Un lago era algo difícil de conseguir, pero finalmente lo obtuvo y se lo llevó triunfalmente debajo de la capa al valle de Leinster.

La gente que vivía en las laderas de las colinas despertó esa noche de su sueño al oír el estruendo, digámoslo así, de diez mil cascadas. Todos huyeron hacia las tierras altas y fueron hospitalariamente resguardados por los edificios del fuerte, y al alborear de la mañana siguiente, millares de asombrados ojos contemplaron la plácida sabana de agua que cubría sus moradas del día anterior.

Así fue conquistada la altanera novia.

La descarriada mujer del Connacht esperó hasta el día de la segunda luna, irritadísima ante el fangoso lecho que exhibía el fondo de su lago bajo la influencia de un sol ardiente y sin aparentes perspectivas de que le devolvieran con gratitud las aguas. Hasta una mujer sabia puede perder la paciencia. Ésta voló presurosamente a la casa de su embaucadora colega en brujerías, cabalgando sobre su escoba y fue recibida con fingida alegría. -No hay tiempo para cumplidos, comadre -le dijo-. Ha llegado el día de la luna siguiente y hasta el de la luna subsiguiente, y en vez de mi agradable lago, sólo veo rocas, barro y pescado podrido. Devuélveme mi lago, te digo. -¡Ay, querida hermana! La ira te ha quitado la memoria. Te prometí devolverte tu hermoso pedazo de agua el día de la luna siguiente a la semana de eternidad, no antes; reclámala cuando venza el plazo.

La ira de la bruja traicionada no tuvo límites, pero carecía de recurso alguno, debido a la traicionera reserva de la astuta Danaan.

El resultado fue trágico para la mayor parte de los interesados; pero la incorporación de Loch Owel a las gratas llanuras de Meath es todo lo que nos interesa por ahora.

martes, 8 de marzo de 2011

El lago Nahuel Huapi

Una india llamada Maitén, de incomparable belleza, había despertado el amor de dos indios pehuenches (hombres del pinar, en araucano).

Cuando ambos le manifestaron su amor, ella les confesó que se hallaba prometida a Coyán, indígena de su propia toldería. No contentos con ello, y dispuestos a luchar por su amor, allegáronse en consulta hasta el toldo de una india adivina.

De resultas de sus deliberaciones, y a los pocos días, Maitén fue adormecida por aquélla y arrojada en una pequeña embarcación a las azuladas aguas Nahuel Huapi, en la que moraba el espíritu que había de decidir a quién de los dos pertenecía el corazón de la joven.

Contra lo esperado, el genio del lago levantó bramando todo el caudal, abriendo un lecho en la tierra rocosa por donde se deslizó pura y diáfana el agua, y la embarcación, a la que se aferraba desesperadamente el fiel Coyán, comenzó a alejarse llevada por la corriente. "Poco después ambos eran transformados en dos macá plateados (aves acuáticas) para que continuaran su vida eternamente unidos y, desde entonces, aseguran los indios que al caer la tarde se veía llegar una pareja de aves que se posaban breve tiempo sobre las ondas del Nahuel Huapi y luego tendían nuevamente el vuelo hacía las alturas. Eran Maitén y Coyán, que venían a testimoniar su gratitud al genio del lago por la dicha que les brindaba".

Fin