jueves, 30 de junio de 2011

Leyenda del drago milenario

El drago milenario canario, envuelve una leyenda mágica detrás de él y ahora os la vamos a contar. Antes sólo comentar que las Islas Canarias es un pequeño archipiélago español que se encuentra cerca del trópico, en el océano Atlántico.


Sangre de Drago
La leyenda asegura que hace muchísimos años desembarcó un mercader en la costa de Tenerife, concretamente en la playa de San Marcos, en Icod de los Vinos. Dicho mercader estaba ansioso de conseguir “Sangre de Drago”, muy preciada en la época.

Al llegar este hombre de negocios a la playa, se fijó en unas jóvenes muchachas que se allí se divertían. Con su carácter avaricioso, se propuso poseer a una de esas nativas guanches, con lo que se empeñó en perseguirlas. Tras correr un corto tiempo tras ellas, dio alcance a una y pensó que había sido muy fácil conseguirla, pero no reparó en la inteligente mirada de aquella doncella que había capturado.

Ella le ofreció como muestra de su amistad, hermosos frutos autóctonos de la isla. Frutos de una gran belleza. Tan complacido se sintió el hombre que tranquilo se sentó a comer sin fijarse en lo que la astuta muchacha realizaba. Ella, en ese momento de despiste, aprovecho para saltar al otro lado como del barranco como una gacela.

La joven mujer, se escondió hábilmente entre los árboles, mientras el confuso mercader intentaba adivinar su silueta entre el denso bosque. Así, buscando a la doncella, se topó con el enorme árbol. Era muy extraño y aterrador, que defendía con su presencia a la indefensa muchacha.

Cuenta la leyenda que en este momento el hombre, preso del pánico, tiró un arma afilada que llevaba en la mano, la cual fue a clavarse en el tronco de aquel majestuoso árbol. En ese momento, el árbol comenzó a emanar en líquido rojizo y denso que parecía sangre. Ante aquello el mercader se fue corriendo hacia su embarcación y no volvió a pisar nunca más las islas.

El drago canario es un impresionante árbol de ramas espesas cuyas hojas simulan afiladas espadas. Son muy famosos por su peculiar resina, que es densa y del color de la sangre. Lo real de la leyenda es precisamente esto, al cortar su corteza parece que sangrara y para los guanches, aborígenes de las Islas Canarias, representan la manifestación terrenal de su dios protector aquí en la tierra.

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