Una leyenda de Chihuahua relata que en un pequeño poblado vivía en una pobre casa una señora que era partera. En toda la región de Papigochi la conocían y la respetaban por sus conocimientos. Un día, acudió a la casa de la mujer un grupo de apaches quienes se la llevaron por la fuerza. Después de cubrirle los ojos con un paliacate, la montaron en un caballo, la llevaron a un lugar que quedaba muy lejos de la casa en que vivía la mujer, y que se encontraba en lo alto de una montaña.
Al llegar a la cumbre, los apaches se metieron a una cueva y le quitaron la venda de los ojos a la partera. En seguida, ella vio a una muchacha joven que estaba en dificultades para dar a luz. Era la hija del jefe de la tribu, quien le ordenó a la mujer que la ayudara a parir. Después de un cierto tiempo la mujer dio a luz a un nene.
Toda la tribu de apaches estaba muy contenta por el nuevo nacimiento. Entonces, la mujer se dio cuenta que en la cueva –de grandes dimensiones- había un increíble tesoro: joyas, monedas, oro y muchas cosas más de mucho valor. En agradecimiento por haber ayudado a su hija a parir, el jefe le regaló a la mujer mucho oro y muchas monedas. A la partera la regresaron los indios a su casa sana y salva.
Nunca supo la mujer a dónde la habían llevado con exactitud, pero maliciaba que se trataba del Cerro de Miñaca que tiene una altura de 2,288 msnm, ya que es la única montaña que se encuentra en la región. Con el dinero que le entregó el jefe indio, la mujer pudo comprarse una buena casa, y además compró algunas cabezas de ganado que le permitieron vivir tranquilamente el resto de su vida.
Desde entonces, todos los habitantes de Chihuahua afirman que en el Cerro de Miñaca existe una caverna oculta en donde se encuentra el fabuloso tesoro que guardaban los indios apaches, desde hace muchos siglos. Muchas son las personas que acuden al cerro a buscar el tesoro con la esperanza de volverse ricos de la noche a la mañana. Sin embargo, hasta el día de hoy nadie ha podido dar con él.